Una rosa para el mundo: música siglo XX - XXI
Abstract
Desde sus orígenes, el hombre siempre se ha reunido con otros para cantar.
Los cantos tribales se han utilizado para adorar a los dioses, para realizar las
faenas cotidianas, o para infundir coraje en las batallas. Estos cantos se
caracterizaron por ser realizados al unísono. Los registros escritos más
antiguos de cantos en la civilización occidental se remontan al Siglo II de
nuestra era, en la antigua Grecia. (Grout, 2001)
En los albores de la iglesia cristiana, ya San Pablo le escribe a las
congregaciones de Efesios y Colosenses (Cristianos B. d., 2014),
exhortándolos a alabar al Señor empleando salmos, himnos y cantos
espirituales. Lamentablemente, solo se conservan los textos y no la música
empleada en el culto cristiano primitivo.
A finales del Siglo VI después de Cristo el papa Gregorio empleó el canto como
medio de estudio de las sagradas escrituras (Según las convenciones, la
tradición oral del canto cristiano supuestamente se puso en orden durante el
reinado del papa Gregorio), aspectos que generó el inicio de los Cantos
Gregorianos (Canto monódica o al unísono, con la música subordinada al texto
en latín de la liturgia eclesiástica.). Esta práctica que se prolongaría por varios
siglos más hasta el Renacimiento y aún en la actualidad se mantiene en
algunas regiones del mundo.
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